sábado, noviembre 12, 2005

La palabra


Palabra.........
Observo con tristeza, pero sin asombro, todo lo que ocurre en Francia y en España y en……. Sé que el problema tiene muchas caras y sobre todo aristas. Cada conflicto tiene sus razones y sus sinrazones, sus incendiarios interesados, sus apagafuegos con las manos cargadas de gasolina, sus comentadores escépticos o apasionados, sus cantores de apocalipsis y los que, sin rubor, miran a otro lado…... Hay un punto, sin embargo, en que todos estos conflictos coinciden: La ausencia de palabras.

Los hechos que ahora contemplamos, desnudados de su impresionante violencia, no son más que el resultado unívoco de una ecuación en el que la única variable aleatoria es el tiempo. El “cuando” puede ser impredecible. El resultado no puede sorprender.

La clase política, la prensa, la radio, la televisión, las tertulias radio-televisivas, el cine, el teatro, han hecho de la palabra un instrumento de agresión, el vehículo del insulto y la descalificación. Han desnaturalizado la palabra en su propia naturaleza y esencia. La palabra ha dejado de ser un vehículo de “comunicación” –poner en común- para transformarse en un deslindador de fronteras, donde lo mío se contrapone, con exclusión absoluta, a lo tuyo, a lo vuestro, a lo de todos….. La palabra es el vehículo, del desprecio, del insulto, de la infamia, de la descalificación, de la agresión, de la maledicencia, de la murmuración, de la mentira, del odio en suma…… ¡Para que seguir!

Cuando la palabra es así pisoteada por todos los referentes sociales, no cabe la sorpresa al comprobar que quienes, educacional, cultural, asociativamente, tienen menos acceso a la palabra, traduzcan, el uso que de ella hacen los referentes sociales, a acciones que les son más familiares. Los enfrentamientos en las calles, en los puertos, en las carreteras, en las noches parisinas…….. no son más que la traducción, a un idioma vehicular diferente, de los enfrentamientos con los que, la clase política, la prensa, la radio, la televisión, las tertulias radio-televisivas, el cine, el teatro…. martillean cada día nuestra conciencia generadora de opinión.

Cuando las iglesias, y las mezquitas, y las sinagogas, se unen al coro infernal de la palabra arrojadiza. Cuando se desvanecen, ahogados por la corriente infernal de la antipalabra, los pocos referentes sociales, que por hacer uso de la palabra son tachados de trasnochados, no nos queda otro consuelo que el de la esperanza.

El mundo está necesitando, urgentemente y más que nunca, un “new deal” basado en la palabra. Nuestra sociedad global tiene que evolucionar, a toda prisa, hacia un mundo donde la palabra recobre su naturaleza, donde la brecha -no entre civilizaciones, si no entre ciudadanos, dentro y fuera de cualquier frontera- se colme. Esta labor es urgente y es responsabilidad nuestra, la de todos, empezar a tender puentes de palabras, abandonar los eslóganes vacíos, la demagogia fácil, el desprecio por quien no suscribe nuestra palabra……..

Cuando antes hablaba de la esperanza, quería referirme a las nuevas generaciones. Desgraciadamente, no veo que, ni en la escuela, ni en la universidad, y aun peor; ni en la familia, se rinda culto a la palabra, a la comunicación, al respeto a la diversidad…..Parece más bien que los mismos referentes sociales siguen calando hondo en las nuevas generaciones ¿Hasta cuándo?

Y todo esto, no tiene nada que ver con eslóganes vacíos, ni con el talante, ni el pretendido diálogo, y menos aún; con los que pretenden estar en posesión de una verdad única, inmutable. La palabra tiene que huir de las herramientas del afilador, de los vástagos de flecha, de las astas de azagaya……

Sé, que debajo de la ausencia de la palabra, subyace todo un universo de causas de difícil solución; un mundo que reclama y otro que no escucha, tras haber perdido la costumbre de prestar atención a las palabras……..

A pesar de todo, sigo manteniendo la esperanza.