jueves, septiembre 08, 2005

Las sandalias de Katrina


Al final de la escala........


El verano se ha vuelto triste. Katrina ha roto en mil pedazos mis últimos sueños. Se ha transformado en un otoño mal nacido.

Yo ya sabía que estas catástrofes ponen en evidencia lo peor de nuestras estructuras sociales. Solo así se puede explicar el espectáculo de los políticos bailando sus danzas macabras alrededor de la ciudad arrasada, la insolidaridad de muchos, el extremismo de los autoexcluidos, la rapiña de los más fuertes, el retorcimiento de los media para traer más agua a los molinos que los financian. Todo eso sucede donde está ocurriendo la tragedia y…… ¡también aquí!

Una vez más, son los más débiles los que pagarán una factura que no les corresponde. Pero con todo y con eso, los habitantes de Nueva Orleáns, después de recuperarse de sus sufrimientos y de llorar a sus muertos, recibirán la solidaridad de todos y, junto con ella, la esperanza de poder, un día, reestablecer sus vidas y volver a empezar.

La factura, meramente económica, de Katrina no parece que vaya a superar más de un punto porcentual en el crecimiento del PIB americano. Lo más terrible es que ese 1%, se irá repercutiendo, de bote en bote, de país en país, de presupuesto en presupuesto, de prioridad en prioridad, hasta acabar gravitando sobre el tercer mundo y este no podrá transferirlo más que a sus muertos y…….. ¿Dónde y cuando aparecerá su esperanza?

Por eso, hoy traigo a este escaparate, la tristeza que me produce el calzado del tercer mundo. Pesadumbre solidaria que, también a saltos, de solidaridad en solidaridad, me lleva a compartir el dolor de los que volverán a ser habitantes de Nueva Orleáns cuando puedan retornar del destierro dantesco que ahora padecen. Así lo espero y deseo.